Disfrutando de una visita al Hotel del Coronado, Curio Collection by Hilton, San Diego, California.
Disfrutando de una visita al Hotel del Coronado, Curio Collection by Hilton, San Diego, California.
Antes de la segunda guerra mundial los quichuas de la sierra norte del Ecuador vivían en la más deplorable pobreza y bajo total dominación colonialista perpetrada durante siglos por los mishucuna. Hace solamente 70 años, para un mishu ecuatoriano, un quichua era un ser infrahumano, útil para explotarlo y sobre el cual tenía poder de darle vida o muerte. El destino nefasto de servidumbre y esclavitud perpetua de un quichua estaba determinado al nacimiento. El Ecuador para los primeros habitantes del continente era un país brutal que negaba la oportunidad de construir una vida feliz a millones de miembros de la gran nación quichua.
En ese medio hostil, la familia Maldonado buscaba incansablemente, como muchas otras familias quichuas, senderos que le conduzcan alcanzar una vida menos denigrante. Ellos acababan de ganar su libertad permanente gracias a un gesto heroico de Rosa Cachimuel, la abuelita materna del Sr. Maldonado. En una madrugada fría en la cordillera, un capataz mishu de una hacienda flagelaba con saña a la Sra. Cachimuel. Era costumbre de un hacendado forzar a tomar un saco de maíz (era una deuda eterna) a una madre o padre a cambio de que su hijo o hija sea propiedad de la hacienda. Con mucho miedo, y a la vez valentía y dignidad, ella tomó con su mano izquierda el látigo del perpetrador y logró derribarlo del caballo. No sabía de dónde sacaba tanta fuerza, pero lo hizo; un gesto casi increíble si se toma en cuenta que ella perdió su brazo derecho debido a una infección grave. El mishu estaba tirado por tierra, ella lo miró fijamente a los ojos y le dijo “toma este saco de maíz y dáselo a tu amo y dile que mientras yo viva nunca permitiré que mi hija sea una esclava.”
Los quichuas vivían como aves que por infortunio caen en un reservorio de agua y luego en desesperanza fuerzan sus alas para mantenerse a flote, no ahogarse, y encontrar una salida a tierra firme. Sumergido en ese drama humano, pero rodeado de la belleza sin par del paisaje de Peguche, Imbabura, nace en 1936 un niño que tallará una vida excepcional en los 80 años siguientes. Ese niño es Luis Alfredo Maldonado Lema.
Esta reseña de la vida incitante del Sr. Maldonado se centrará en los rasgos importantes de sus realizaciones que hacen de su vida un ejemplo para las generaciones futuras. Se tratará de su contribución original para alcanzar éxito empresarial y prestigio social. En este elogio se reducirá al mínimo detalles privados personales o familiares. Los aspectos que sobresalen en la vida empresarial del Sr. Maldonado son: (1) su mente abierta a la modernidad, (2) la innovación, o deseo de alejarse de lo tradicional y buscar senderos nuevos, (3) su inclinación natural a la disciplina, el mérito, la organización, y la excelencia, y (4) la amabilidad hacia otras personas, incluyendo los mishu.