Con valentía en búsqueda de un futuro mejor en tierras desconocidas.
Con valentía en búsqueda de un futuro mejor en tierras desconocidas.
La aspiración de su padre Pedro Maldonado y su madre Teresa Lema de fundar una mejor vida hicieron que su familia saliera de Peguche e iniciaran una vida en Quito, la capital del Ecuador. Una decisión temeraria en ese entonces, debido a que una ciudad era un espacio segregado reservado al uso de los mishu. Los indígenas no eran bienvenidos. Si algún quichua entraba en una ciudad, con frecuencia se castigaba a aquellos que osaban caminar en las calles o cruzar un parque. Un policía municipal tenía la autoridad de confiscar sus pertenencias (tales como sombreros, ponchos, fachalinas…) y solamente los devolvían después de forzarlos a barrer las calles de la ciudad. El riesgo cotidiano de este abuso no impidió que la familia Maldonado se instalara con éxito en Quito.
El niño Luis Maldonado navegó con éxito sus estudios en la escuela primaria. Su padre Pedro anhelaba un buen futuro para su hijo, por esa razón lo inscribió en el mejor colegio de la capital, el prestigioso Colegio Mejía de Quito. Él avanzó con éxito sus estudios de secundaria y fue el mejor estudiante de matemáticas. Sin embargo, durante el 5to año tomó la penosa decisión de abandonar sus estudios y sus sueños de devenir dentista. Durante 11 años soportó estoicamente los frecuentes y crueles ataques racistas de sus compañeros mishu, la agresión física, los ataques verbales ofensivos hacia él, su padre, y su madre. Cuando recordaba sus años de adolescente, el recordaba con orgullo sobre todo sus realizaciones académicas, y de tiempo en tiempo mencionaba como debía casi cotidianamente pelear a puñetazos con sus compañeros de clase, o enfrentar adultos supremacistas y racistas en las calles. El colegio para él no fue un sitio acogedor de aprendizaje, de discusión libre de ideas, de formación personal. Además, una tragedia golpeó en ese período a toda la familia. Su hermana menor María Mercedes Maldonado fue brutalmente asesinada en su casa por un criminal mishu. El aprendió a baja edad que la sociedad ecuatoriana era racista, injusta, segregacionista, cruel, y violenta. Pronto concluyó que construiría su futuro con esfuerzo personal, franqueando barreras innumerables, dentro de una sociedad postcolonial concebida por y para los mishu. Él debía encontrar una estrategia que le permitiría prosperar en medio de la marginalización activa de los quichuas perpetrada por los opresores mishu ecuatorianos.
Inmediatamente después de abandonar el colegio, el futuro empresario pensó en las mejores vías disponibles en ese entonces para generar trabajo, ganancias, y obtener algún estatus social si fuese posible. Una vía disponible era tejer en telar como su padre; el joven Luis había alcanzado un elevado grado de experticia en el arte de tejer en telar. Desde su temprana niñez, él comenzaba a tejer en su telar antes de ir a la escuela, es decir iniciaba su trabajo a las cuatro de la mañana, paraba para ir a clases a las 6:30 AM, y luego de terminar sus deberes escolares tejía hasta las 10 de la noche. A los 8 años, él ya era un tejedor experimentado, tejía a gran velocidad y producía casimires de altísima calidad. La segunda vía disponible era encontrar un empleo. Esta opción era la menos factible y prometedora. En los años 1940, un quichua era visto como un esclavo o sirviente, por esta razón ningún empleo decente le era disponible. Vale notar que, en el otoño de su vida, él decía sentirse muy satisfecho de nunca haber sido un empleado. Una tercera opción era innovar, usar sus habilidades adquiridas en el tejido y darles a sus textiles un toque único. Es ésta la vía que tomó el futuro empresario.
A sus 17 años el apuesto joven Luis se enamoró profundamente de Luz María Ruiz Lema, una bellísima joven de Peguche. Rápidamente contrajo matrimonio e inició con ella un hogar y un proyecto de vida. La Sra. Luz María Ruiz fue la compañera perfecta que le ayudó a concebir e implementar un audaz proyecto de negocios. Un proyecto innovador que resultaría en uno de los más exitosos emprendidos en la región de Otavalo y en realidad de toda la región norte del Ecuador. Un serio y minucioso análisis de la rentabilidad del negocio emergente de artesanías textiles para turistas permitió a la joven pareja descartar este tipo actividad. Las ganancias eran mínimas, el esfuerzo grande, la posibilidad de crecer casi nula, y por último ya muchos emprendedores quichuas competían produciendo artesanías textiles. La joven pareja quichua se esforzaba en generar ideas nuevas de negocio basadas en su sólido conocimiento de textiles.